La semana pasada, mi compañera Guadalupe, me dio la idea de jugar con los peques al juego del Ahorcado.
¿Quién no ha jugado a este juego alguna vez? Así que creo que sobran las explicaciones sobre el funcionamiento.
La verdad es que yo lo había propuesto en el colegio a niños y niñas más mayores pero nunca en infantil y como siempre el resultado de 10.
Antes de empezar a jugar decidimos bautizar a nuestro ahorcado particular con el nombre de Manolito.
La primera palabra la propuse yo y los peques fueron de uno en uno diciendo las letras que creían que podía llevar. Cada vez que acertaban una letra, el grupo lo celebraba eufórico, pero cuando fallaban se echaban las manos a la cabeza...
La que acertó esta primera palabra fue Nayara que no tuvo problema para pensar una palabra larga y aparentemente difícil. Enseguida, ella sola, trazó los huecos necesarios para completar la palabra.
¿Cómo lo veis? ¿Lo adivináis?
Aquí está el resultado. A Manolito ya le quedaba muy muy poco, cuando alguien (no estoy segura si Clara o Zara) levantó la mano pronunciando la palabra secreta: RINOCERONTE.
Así seguimos un buen rato ayer por la tarde y hoy un ratín por la mañana donde yo estuve casi solamente como mera espectadora.
Le agradezco a Guadalupe que me lo recomendara ya que fue un acierto de juego que combina diversión y aprendizaje.
En los próximos días os dejaré alguna entrada de más cositas que tengo pendiente de publicar.
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